jueves, 24 de mayo de 2012

EA















Fotos tomadas por: Ernesto Artillo.

                                                               Estilismo: Clara Santos

                                         Maquillaje y peluquería: María Fernández 



Los caracoles ya no son caracoles.













Así te escondes entre las baldosas de una ciudad que duerme, quizás con la medida de otro hombre, quizás con las ideas claras. En este lugar que no es París, esta ciudad que cierra los ojos y es el arrullo de todo el agua que nos llena el cuerpo: tres cuartos dicen en los libros, tres ríos y un naufragio muy cerca de tu cintura. París no es ni siquiera mi habitación, ni mis libros, ni todas las palabras que se levantan como un torbellino.París es tal vez un orgasmo o una isla de piratas, el silencio que sucede a la muerte o el grito que la precede. París es quizá esa muerte, esa que llega en vida, esa que deja secuelas que no se pueden enterrar. Ni se deben. Porque París son tus labios que esperan donde no los puedo ver. Y menos mal, porque si los viera, supongo que me estaría equivocando en todo lo que escribo.




Si es cuestión de confesar...

París...


martes, 22 de mayo de 2012

Son las dos y tú de la mañana y yo me muero de tristeza.



































Son las dos y alguien de la mañana. Las dos y alguien y alguien se muere. Alguien siempre se muere.

Son las dos y quién de la mañana. Y en Nueva York está empezando a oscurecer. En Madagascar los pájaros cantan.

Son las dos y tú de la mañana y yo me muero de tristeza. Me muero del morir de caer al suelo. Me muero de tiempo y esperanza. Me muero de memoria, de reloj, de dos y tú de la madrugada.

Son las dos y fotografía de la mañana y alguien (yo) rompe mis esquemas en trocitos que caen como lágrimas balcón abajo. Las dos y llorar de la mañana y alguien (yo) moja todos mis papeles.



martes, 15 de mayo de 2012

¿Dónde has estado todo este tiempo?





Te fuiste. Me pregunto como te iría todo pero no es fácil asumir que todo te marcha tal y como me dejaste, con las ruedas bien puestas y las cortinas echadas para no dejar pasar ni una gota de calor. En Moscú, que seas el etílico abrigo que me quite el frio, pero aqui donde me dejaste solo existe la acera mojada como en una calle de París, donde pisas charcos y no sabes si pisas un manantial, todo esta mojado, hasta el punto de que no se distinguen ni las lagrimas de mi cara. Me muevo en circulos. No se que dirección tomar, la proxima página del libro parece que esta vacia. Pero eso no implica que sea el final. Me pongo la capucha y salgo hacia delante sin pensarmelo dos veces más. Y ahi estabas tu. Con la sonrisa por bandera y con un cuerpo de violín. Ya no quiero más kilometros que nos separen.








Buenos días cariño,
te escribía porque me ha dicho el médico que me recuerdes dónde está la mermelada. Que no me pase con el café, que los años, viejo bribón, también liman los nervios. Se nos deben de estar acabando las pastillas para el colesterol porque me ha dicho que lo revises. Que le digas al niño que el día cinco, que las cuentas, que una vez a la semana los, que le mire el aceite al coche y se lo lleve a la ciudad. ¿Hablaste con tu hermana? Lo mismo era importante. Habla con tu hermana. Me ha dicho que cierres el gas, que pongas algo, una notita cada vez que lo abras. Me ha dicho que el tocadiscos, que me digas lo de las plantas de plástico y dejar empapadas las alfombras. Es solo eso. Me ha dicho que la terapia es muy sencilla, y que la cura no es otra que me recuerdes, no las cosas, si no a mí, y que me quieres desde aquel café cuando Julián nos presentó y tú todavía le agarrabas la mano. ¿Te acuerdas? Me ha dicho que me lo digas por las mañanas, que ahora será más fácil eso de volver a enamorarse. Me ha dicho: “Mira, dile a tu mujer que no se olvide”. Y yo le dije que buena eras tú para olvidarte de las cosas. Que todos los días tienes un aniversario que celebrar. Pequeñas minucias. Tonterías. Pero tú las tienes todas ahí. Y se reía. Y me dijo eso, que no me olvides, que me recuerdes, no las cosas, si no a mí, y que me quieres desde aquel café cuando Paco ¿te acuerdas de Paco? Nos presentó y tú todavía le agarrabas de la mano y le dabas besos. Me ha dicho que me lo digas, que nos casamos el sesentaytantos y tenemos más años que el mundo. Y nada, solo eso, te escribía por eso, porque me ha dicho que te diga que me perdones si mañana paso a tu lado y finjo (porque lo finjo, siempre he querido ser actor y tú ya sabes lo que me gustan esos juegos) no haberte visto nunca. Nada más. Un beso enormísimo. Te quiero. Desde aquel café, ¿te acuerdas? Tú aún sostenías una mano que no era la mía.
Holiviera, Asociacion con las familias de Alzeimer



"Empezemos por el Retiro a base de
embestidas"

sábado, 5 de mayo de 2012

Un jeu d´enfants



Fijaos en ese imbécil, sentado en su banco, fingiendo hacer muecas porque está echando bazo. 


¡Todo excusas! 

¿No sería mas sencilla como dice Edith Piaf en La Vie en Rose

Tomarla entre tus brazos, hablarle al oído, decirle palabras 
de amor, palabras normales y corrientes... y decirle que en cuanto la ves sientes latir tu corazón.