domingo, 4 de marzo de 2012

¿Cuánto es lo bastante borracho?

Si pudiera vivir nuevamente mi vida.

En la próxima trataría de cometer más errores.





Aquella noche volvió a casa dando un rodeo por la ciudad. Había dejado la carta de Claude donde estaba, sobre el banco. Quién sabe, quizás aquel lugar no era un parque, sino una estafeta equivocada, un rincón de otra memoria, un sueño de alguien de otro mundo. «El amor no tiene límites» pensó un momento. Y pensó en su amor y en sus límites y en todas las promesas que juró no cumplir. Los kilómetros, casi cuatrocientos, que separan la ‘a’ de la ‘m’ y la ‘m’ de la ‘o’ y así hasta la última letra de la palabra, que no es la ‘r’, ni tampoco es la ‘h’, sino otra que no es ninguna de las veintisiete letras que componen el abecedario.


Es otra letra, es la letra por la que empieza tu nombre y tu piel. 



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